viernes, 5 de junio de 2009

Libro 1º episodio 1


Es para mi un gran placer anunciar que a partir de hoy y periodicamente ire publicando un libro que estoy escribiendo, ire publicandolo capitulo a capitulo, espero que os guste tanto como yo estoy disfrutando escribiendolo.

Me gustaria pediros disculpas de ante mano si el libro contiene errores, lo estoy confeccionando en mis ratos libres y no le puedo dedicar tanto tiempo como quisiera, ademas lo voy compaginando con otro libro que estoy escribiendo y el cual tengo pensado publicar, sin mas os dejo con el primer episodio.

Episodio 1

Jesse tenía una vida como cualquier otro joven de su edad, vivía en un pequeño barrio de Londres, de hecho siempre había sido así, su madre se mudo allí cuando el aun era un niño, desde entonces nunca había salido del barrio ni de sus inmediaciones, como cada día salía a trabajar en un pequeño almacén en calidad de reponedor, y por las tardes solía salir al parque con sus amigos.

Nuestra historia comienza un día normal en la vida de Jesse, había salido del trabajo como cada día e iba en dirección a su casa por la calle Mark Taiwán cuando noto algo extraño, no sabía que era exactamente, pero la calle tenía una atmosfera poco usual, el aire parecía más cargado de lo normal, como si pesase.

Jesse no echo en cuenta aquellos acontecimientos, pensó que sería causa de algún efecto atmosférico, prosiguió su camino como de costumbre y pronto diviso la barriada de apartamentos a la que pertenecía su hogar. Al pasar por las verjas del jardín el viejo tío Tom lo saludo animadamente, Tom era el conserje del inmueble, y a pesar de que ya estaba jubilado siempre estaba haciendo alguna que otra chapuza por los exteriores.

-Vaya vaya, mira que tenemos aquí si es el joven Jesse.

-Hey Tom ¿Cómo va?-le dijo Jesse al ver al anciano.

-No muy bien, estas malditas gardenias no paran de joderme la vida.

-¿Qué ocurre con las gardenias?

-¿No lo ves? Las muy condenadas se están muriendo y no puedo hacer nada por ellas, por más que lo intento no sirve de nada-dijo con un deje de desesperación en su voz.

-Bah, no es para tanto, solo son simples flores.

-Pero que estás diciendo hijo, las flores hay que cuidarlas, son seres vivos que sienten y padecen igual que tu.

-Si usted lo dice, bueno me tengo que ir, adiós Tom.

-Adiós Jesse.

El tío Tom se quedo de nuevo sumido en su problema floral, Jesse reemprendió la marcha y entro en el pequeño edificio de apartamentos donde se encontraba su casa.

Apenas había puesto un pie en el recibidor de su casa cuando una voz femenina retumbo en toda la casa.

-Jess cariño, ¿eres tú?

Jesse entro en la casa y se fue directo a su habitación, dejo la mochila en lo alto de una silla y se tumbo en la cama haciendo caso omiso de la pregunta que le había hecho su madre.

Al cabo de unos momentos la puerta de su habitación se abrió y una mujer rubia con el pelo bastante largo y unas gafas de montura metálica entro por la puerta, al verla jamás pensarías que era su madre pues parecía muy joven, apenas unos pocos años mayor que él.

-Que hay mama.

-Jess cariño he escuchado ruido y no sabía si eras tú.

-Deja de llamarme Jess, mi nombre es Jesse, y si, era yo, no creo necesario tener que estar anunciando mi llegada a casa todos los días.

Su madre resoplo mirando a su hijo de arriba abajo.

-Te he preparado la comida, ¿vas a comer?

-No tengo hambre.

-Cariño llevo más de una hora cocinando, ¿porque no sales al salón y comemos juntos?

-Ya te he dicho que no tengo hambre, come tú si quieres.

-Está bien, no te insisto más.

-Bien, veo que vas aprendiendo-dijo Jesse con un tono de ira en su voz.

-Jess cariño no voy a consent…….

Jesse se levanto de la cama y se encaro a su madre.

-No me vas a consentir el que…..

Su madre se puso lívida al ver a Jesse con aquella actitud tan desafiante, trato de decir algo pero solo consiguió balbucear algunas palabras ininteligibles, se dio media vuelta y volvió sobre sus pasos.

Jesse se tumbo de nuevo sobre la cama, sabía lo que había hecho y su conciencia ahora lo estaba atormentando, pero cuando su madre se ponía así no podía parar ese torrente de odio que manaba por su cuerpo.

Las horas iban pasando lentamente y la tarde fue dejando paso a la noche, Jesse no había salido de su cuarto en toda la tarde, no había hecho nada salvo estar tumbado en su cama escuchando música en su reproductor, de pronto su teléfono móvil comenzó a sonar, miro de quien se podía tratar pero el numero que aparecía en pantalla no era conocido, de hecho no era de la ciudad, comenzaba por 34 y su código de área era el 88.

Jesse descolgó el teléfono.

-¿Si?

Al otro lado del aparato solo se escuchaban interferencias.

-¿Si? ¿Quién es?

-Jesse, te esperamos en el parque de Aventone Square.

-¿Quién eres?

Mas interferencias, la comunicación se corto, Jesse miro el teléfono extrañado, no había reconocido la voz, pero con las interferencias no le habría extrañado no hacerlo, por otro lado el misterioso interlocutor lo conocía, sabia su nombre y su número de teléfono.

-Alguien me espera en el parque a estas horas…….que extraño-se dijo a sí mismo.

Volvió a vestirse y salió como alma que lleva el diablo hacia la calle.

-Jess cariño ¿vas a salir?

Jess no contesto a su madre, si no que salió por la puerta dando un sonoro portazo y se encamino hacia el parque, al cabo de más de quince minutos llego, el parque estaba desierto y muy oscuro, apenas había dos o tres farolas alumbrando todo el perímetro, al principio Jesse se asusto un poco al no ver a nadie allí.

Entro cuidadosamente y vigilando todos y cada uno de sus pasos, temía que en cualquier momento alguien pudiese hacerle algo, en una ciudad tan grande no te puedes fiar ni de tu propia sombra, mucho menos de alguien que te llama por la noche y quiere quedar contigo.

Jesse anduvo por el parque observando, pero allí no había nadie.

-Algún mal nacido habrá decidido gastarme una broma-dijo mientras reemprendía el camino de nuevo hacia su casa sin dejar de otear todo el parque por si veía a alguien escondido.

La noche había caído y la ciudad se había sumido en un silencio sepulcral, no había gente por las calles, ni coches, todo estaba inusualmente desierto.

Jesse volvió por la avenida de Remington Steel, un gran cruce con cuatro esquinas y cuatro grandes semáforos en cada una de ellas, esa noche los semáforos estaban en ámbar, no había tráfico y un frio aire glacial comenzó a amainar.

Jesse miro a ambos lados y comprobó que no había ningún vehículo, por lo que cruzo la avenida distraídamente, no había dado tres pasos en la calzada cuando un coche rojo se abalanzo sobre él, al principio no fue consciente de la situación, pero conforme iban pasando los segundos su cerebro comenzó a reaccionar, aunque tarde, el coche ya había embestido contra él.

Sus ojos permanecían fuertemente cerrados, había sentido el impacto y un dolor atroz en su abdomen hacia acopio de las pocas fuerzas que le quedaban, se negaba a abrir los ojos, como si al abrirlos pudiese ver algo desagradable, estaba aturdido, no sabía qué hacer, la voz no salía de su garganta, esperaba que la persona que lo había atropellado le ayudase pero nadie se acercaba a él ni sentía las sirenas de la ambulancia.

-Jesse abre los ojos, no te va a pasar nada.

Jesse comenzó a abrir los ojos poco a poco, al principio no veía apenas nada, pero conforme sus pupilas se iban adaptando a la luz pudo ver que no se encontraba en la avenida de Remington Steel, de hecho estaba alejado de toda civilización, estaba tumbado en un prado, un prado que se extendía por donde mirase, la hierba era de un color verde oscuro, casi negra diría yo, y el cielo estaba rojo con unas nubes negras moviéndose a gran velocidad.

-¿Dónde demonios estoy?

-Difícil pregunta de contestar, estas en un lugar muy especial, entre aquí y allí.

Jesse miro a ver de dónde provenía aquella voz, al girar su cabeza se dio cuenta de que a su derecha había un hombre, alto como un gigante y esbelto, llevaba una túnica negra que se mecía con el viento, Jesse no podía ver su cara pues llevaba una capucha puesta como si de un monje se tratase.

¿Quién eres tú?

-Soy un simple trámite.

¿Un simple trámite? Estás loco, debes de ser producto de mi imaginación.

-Imaginación y locura es algo que no experimenta mi cuerpo, soy algo más que simples sentimientos, se me conoce en muchas lenguas y por muchos nombres distintos, pero la realidad es que soy todo eso y más- dijo el hombre mientras se giraba y mostraba su cara a Jesse.

Una cara pálida como el mármol, pero al mismo tiempo majestuosa como la de un rey cuyos ojos grises te dejaban helado si te miraban directamente dejo a Jesse sin aliento, trato de levantarse alarmado ante aquella mirada, pero sus fuerzas le fallaban y no sabía porque.

-¿Qué quieres de mi?

-Yo no quiero nada de nadie.

-Dime que es lo que está pasando.

-Ahora demandas conocimiento pero no ofreces nada a cambio de él.

Jesse se dio por vencido, comprendió que hablar con aquel extraño ser no iba a reportarle ninguna información, tendría que salir de allí fuese lo que fuese él solo, trato de nuevo de ponerse en pie, pero apenas se podía sujetar, de pronto aquel extraño ser poso su mano en uno de sus hombros, Jesse sintió como si toda la fuerza el calor y la energía de su cuerpo fuesen absorbidos, se mareo casi al instante, apenas podía mantener los parpados abiertos.

-Hoy no cogerás ese sendero Jesse, todavía tienes mucho que aprender.

-¡Que sendero! ¡De que me estás hablando!

-Llevo largo tiempo observándote y no eres digno de lo que obtendrás, así que si lo quieres, tendrás que ganártelo con meritos propios.

-¿De que estás hablando?-Dijo Jesse mirando a aquel hombre haciendo acopio de todas sus fuerzas.

-Solo a través de la amistad lo conseguirás y no te será fácil, pues te aislare de todo cuanto te rodea, a partir de que despiertes todo aquello que contenga vida y entre en contacto con tu carne morirá.

-Que estás diciendo, ¡¡nada de esto tiene sentido!!

-Ahora ve en paz………despierta.

Jesse abrió los ojos, estaba tumbado en medio de la avenida justo donde el coche lo había atropellado, recordaba la situación que acababa de vivir como si de un sueño se tratase, recordaba las últimas palabras de aquel hombre.

“Solo a través de la amistad lo conseguirás y no te será fácil, pues te aislare de todo cuanto te rodea, a partir de que despiertes todo aquello que contenga vida y entre en contacto con tu carne morirá.”

Se levanto y comprobó que no tenía ninguna herida, estaba perfectamente normal, salió caminando de allí bastante asustado, todo parecía un sueño pero era al mismo tiempo tan real que lo desconcertaba, iba andando por una barriada de casitas adosadas con jardín en el exterior cuando de pronto se paró en seco, se acerco a unos rosales y con timidez extendió la mano hacia ellos, estaba totalmente seguro de que nada iba a pasar, apretó un tallo con sus manos cuando de pronto vio que la planta entera se marchitaba, quito su mano tan rápido como pudo pero la planta no ceso en su muerte, al cabo de unos segundos las rosas estaba secas y marrones como si llevaran muertas mucho tiempo, Jesse se miro las manos y salió corriendo de allí como alma que lleva el diablo.

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